“No lleven sus penas y dificultades a un ser humano; llévenlas a Aquel que es capaz de dar “abundantemente.” Él sabe cómo ayudar. No cambien al amante y compasivo Redentor por amigos humanos que, aunque tengan las mejores intenciones de ayudar, pueden conducir a caminos equivocados. Lleven sus cargas a Jesús.
Él las recibirá, fortalecerá y consolará. Él es el gran Sanador de toda dolencia. Su gran corazón lleno de infinito amor suspira por ustedes. Su mensaje es que pueden recobrarse de las trampas del enemigo. Pueden recuperar su estima propia y mantenerse en el lugar correcto no como fracasadas, sino como vencedoras mediante la influencia elevadora del Espíritu de Dios.”
Elena de White, Hijas de Dios, p. 86